lunes, 27 de abril de 2015

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Autor no especificado
Sexo es sexo. Tantra es tantra. Por mucho que se quiera llamar tantra al sexo y sexo al tantra. En el tantra el sexo es la puerta de entrada hacia algo infinitamente más grande, hacia otro estado de conciencia. En el sexo, el sexo es la puerta de entrada y también, de salida. El sexo es bueno o es malo. El tantra es lo inefable que hay detrás de la bondad o la maldad del sexo. El sexo es sexo. Tantra es tantra.
En tantra querer más significa siempre tener menos, y a veces, quedarse con nada.  La castidad es un paisaje obligado en el tantra cuando hay un querer más que todo lo convierte en menos. El tantra vela siempre por la cualidad, y para mantener esa cualidad intacta, menos es mucho mejor que más. Y a veces, nada es mucho mejor que menos. Comprende esto, antes de hacer el tonto por ahí, y decir que haces tantra cuando lo que haces es cualquier cosa. El tantra, como el chamanismo,  es un compromiso al 100% con la impecabilidad de tu energía. Mantenerlo no es cosa de broma. Se tarda toda una vida en aprender a hacerlo. No llames tantra a lo que no lo es. El tantra es un espacio sagrado. El tantrika se esfuerza por no abandonarlo, y cuando lo abandona, paga el precio de haberlo hecho, porque el tantra no sabe de excusas. El tantra sabe de tantra, y como el tantra penetra el corazón del mundo, el tantra permanece en contacto con el mundo, sin pretender vivir en otro lugar. Y como el tantra es la apertura del corazón a lo sagrado, y también, al terror y a la reverencia que hay en lo sagrado  el tantra permanece en contacto con ese terror y esa reverencia que significa sentir y honrar dentro del cuerpo el misterio de las fuerzas que hay en la vida. La fuerza del sexo que tira de nuestra conciencia hacia el umbral de lo profundo, el umbral donde la conciencia se niega a entrar, haciendo que el sexo sea una experiencia plana, en vez de profunda. Unidireccional en vez de multidimensional.  Limitada y constreñida a un lugar y a un momento, en vez de  pasar a ser una experiencia atemporal e infinita, es decir, contínua. De una intensidad tranquila, pero gozosa, mantenida por un fuego interno que arde sin consumirse.

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Cuando el fuego de la pasión se apacigua lo suficiente como para abrazar a lo vulnerable sin quemarlo y sin apagarse,  el amor se hace completo y la función sagrada del fuego se revela. El fuego del sexo encuentra su complemento en el espacio de la vulnerabilidad, y ese espacio es siempre un espacio acuoso, en el que la naturaleza sagrada del fuego es puesta a prueba. Casi todas las pasiones mueren allí y se consumen, en vez de trascenderse y utilizar la profundidad del agua para reconocer su verdadera naturaleza, que es dar calor a lo profundo. Cuando el fuego da calor sin sucumbir a lo profundo, las flores de lo misterioso pueden florecer en el corazón de los amantes y ponen en sus ojos la mirada que es capaz de reconocer la belleza para caminar en belleza. Agua y fuego son las dos caras de la misma moneda, el anverso y el reverso del corazón. Abrir el corazón es permitir que estos dos espacios se encuentren y fundan su naturaleza en un espacio nuevo de amor y conciencia, que no es enteramente agua ni enteramente fuego. Que es agua y fuego, sensibilidad y sexo,  amor y trascendencia. 

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Ningún tantra es posible sin honrar a padre y madre. El cuerpo es la base del tantra, y por lo tanto, también lo son las raíces. No puedes amar  a ninguna mujer ni a ningún hombre, aunque lo intentes, si no has abrazado a tu padre y a tu madre dentro y fuera de ti. Luego, el cuerpo queda libre para ir mas allá de las raíces, para extenderse hasta donde su destino y su energía le permitan. Esta es la primera ley del tantra. Antes de conocer las demás leyes, tienes que pasar por esta. Para llegar al espacio sin ley has de abrazar todas las leyes que la vida ha escrito dentro de ti, a través de tu cuerpo, que es,  también,  tu destino.

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Hacerse pequeño es todo lo que uno necesita para fluir con la corriente de la vida. Cuando la piedra se hace demasiado grande, encalla o se hunde. Fluir tiene que ver con ocupar el lugar que en cada momento te corresponde. Desde allí, todo es percibido tal y como es. Cada cosa sigue su destino, y cesa la lucha. 
Ser la hoja llevada por el río, es ser con el rio, compartiendo un destino común con todas las hojas y la piedras, ya sea que floten, encallen o se hundan. El corazón del tantrika se estrecha o se agranda con el rio. Fluye con lo que fluye, se estanca con lo que se estanca, se hunde con lo que se hunde. Es piedra con la piedra, hoja con la hoja, rio con el rio.

miércoles, 18 de marzo de 2015

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Vive en ese lugar en el que poner todo el peso en la balanza o no poner nada es la misma cosa.


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La trascendencia, lo esencial, lo profundo, lo irremplazable, todo eso también tiene que morir, como cualquier otra cosa. La libertad no está sujeta a nada de este mundo ni del otro. Y es libre, incluso de ella misma. 

lunes, 16 de marzo de 2015

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Amo la callada virilidad de mis manos descansando firmemente sobre mis rodillas, sosteniendo mi cuerpo a través de ellas, y a través de mi cuerpo el mundo entero hecho carne, huesos, sangre, calor y aliento. Apareándose dulce,  tierna y violentamente, con la vida.